2/9 Dos díes a Ordesa

Río Arazas
El miércoles, día dos, de nuevo autobús hasta la pradera de Ordesa; Ayer realicé mi ruta por la ladera derecha del río Aras, hoy voy a comenzar por la izquierda. Desde el final del aparcamiento de la pradera, cruzo el río y me lanzo ladera arriba por la senda de los cazadores, este sendero, a base de pequeños zig-zags, supera seiscientos metros de desnivel, en cuatro Kilómetros, hasta situarse por encima de la Faja Pelay; un poco antes de llegar al refugio y mirador de Calcilarruego, sigo una senda a la derecha con indicador para llegar a la cima de Punta Acuta. Escondo la mochila en unos arbustos, y continúo la subida para superar los trescientos metros restantes que me situarán en el vértice de esta modesta cima pirenaica (2248m.s.n.m.). para superar el ultimo espolón rocoso, hay dos opciones, una sube más directa, por una cadena y una canal herbosa, la otra, más larga, da un rodeo y es todo senda; decido subir por la cadena y según como lo vea, haré el descenso; en este momento compruebo, que tanto la cámara de fotos, como el teléfono, se han quedado en la mochila, y no tengo ánimo para volver a cogerla, así que no hay testimonio gráfico por un rato. Llego a la cima tras superar una empinada ladera herbosa, y me quedo un rato intentando reconocer el paisaje; Otal y Tendeñera, Gabietos, Taillón, brecha de Rolando, Cilindro y Casco, más cerca el Gallinero, y detrás las tres Soroes; también creo reconocer la silueta de Peña Montañesa, y, algunas más que no me son familiares.
Monte Perdido
Comienzo a desandar el camino recorrido, esta vez por la senda alternativa, que, aunque también tiene un tramo de cadena, es simplemente para dar más seguridad. Recojo la mochila, paro unos minutos en el mirador de Calcilarruego, y sigo por la bonita senda que llaneando por el borde de la Faja Pelay me llevará hasta el fondo del valle, enlazando con el camino de Góriz  a trescientos metros de la cascada de La Cola de Caballo.
Aquí ya llega la civilización; A lo largo de los ocho Kilómetros que me separan del aparcamiento de la pradera, coincido con varios cientos de personas de todas las edades y condiciones, la gran mayoría muy respetuosos con el entorno,alguno que otro, no tanto; es el precio a pagar por ser un lugar famoso y popular. Me entretengo un buen rato a disfrutar de la cascada del estrecho, pues, nunca me había acercado a observarla detenidamente desde sus miradores situados a varias alturas.
Una vez en la pradera, la misma rutina que ayer, autobús, camping, ducha, cena, y lluvia durante buena parte de la noche.



Cascada de La Cola de Caballo


                            Àlbum de fotos




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