Río Arazas |
El
miércoles, día dos, de nuevo autobús hasta la pradera de Ordesa;
Ayer realicé mi ruta por la ladera derecha del río Aras, hoy voy a
comenzar por la izquierda. Desde el final del aparcamiento de la
pradera, cruzo el río y me lanzo ladera arriba por la senda de los
cazadores, este sendero, a base de pequeños zig-zags, supera
seiscientos metros de desnivel, en cuatro Kilómetros, hasta situarse
por encima de la Faja Pelay; un poco antes de llegar al refugio y
mirador de Calcilarruego, sigo una senda a la derecha con indicador
para llegar a la cima de Punta Acuta. Escondo la mochila en unos
arbustos, y continúo la subida para superar los trescientos metros
restantes que me situarán en el vértice de esta modesta cima
pirenaica (2248m.s.n.m.). para superar el ultimo espolón rocoso, hay
dos opciones, una sube más directa, por una cadena y una canal
herbosa, la otra, más larga, da un rodeo y es todo senda; decido
subir por la cadena y según como lo vea, haré el descenso; en este
momento compruebo, que tanto la cámara de fotos, como el teléfono,
se han quedado en la mochila, y no tengo ánimo para volver a
cogerla, así que no hay testimonio gráfico por un rato. Llego a la
cima tras superar una empinada ladera herbosa, y me quedo un rato
intentando reconocer el paisaje; Otal y Tendeñera, Gabietos,
Taillón, brecha de Rolando, Cilindro y Casco, más cerca el
Gallinero, y detrás las tres Soroes; también creo reconocer la
silueta de Peña Montañesa, y, algunas más que no me son
familiares.
Monte Perdido |
Comienzo
a desandar el camino recorrido, esta vez por la senda alternativa,
que, aunque también tiene un tramo de cadena, es simplemente para
dar más seguridad. Recojo la mochila, paro unos minutos en el
mirador de Calcilarruego, y sigo por la bonita senda que llaneando
por el borde de la Faja Pelay me llevará hasta el fondo del valle,
enlazando con el camino de Góriz a trescientos metros de la cascada
de La Cola de Caballo.
Aquí
ya llega la civilización; A lo largo de los ocho Kilómetros que me
separan del aparcamiento de la pradera, coincido con varios cientos
de personas de todas las edades y condiciones, la gran mayoría muy
respetuosos con el entorno,alguno que otro, no tanto; es el precio a
pagar por ser un lugar famoso y popular. Me entretengo un buen rato a
disfrutar de la cascada del estrecho, pues, nunca me había acercado
a observarla detenidamente desde sus miradores situados a varias
alturas.
Una
vez en la pradera, la misma rutina que ayer, autobús, camping,
ducha, cena, y lluvia durante buena parte de la noche.Cascada de La Cola de Caballo |
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